Ubicado en la planta baja de un edificio relativamente nuevo de Puerto Madero, y al borde del canal con vistas al microcentro porteno, el restaurante se muestra extrovertivo a treves de sus ventanales tonalizados. Con un iterior vistoso y colorido, su estetica respeta de estilo mexicano de su comida de la marca. Una barra de tragos se pliega sobre el espacio, invitando a beber a clientes y a la mismisima Lupita, cuya imagen gigante cubre el techo de casi la totalidad del local. La decoracion puntual de cada mesa y pared terminan confirmar lo festivo del clima.